Hoy
vamos a exponeros un tema que no pertenece a nuestro ciclo, aunque es
importante que se considere en un inmediato futuro sobre vuestros (nuestros)
bichos: la detección precoz de problemas visuales en la infancia.
Es verdad que
la detección precoz de los trastornos visuales empieza desde los primeros días
y en el mismo entorno familiar e incluso el escolar, pero hacerse en todas las
fases de crecimiento del niño en forma de juego tapándole un ojo y
posteriormente el otro con objeto de percibir si el movimiento de los ojos es
correcto.
Sin
embargo, el momento clave está entre los 3 y los 5 años de edad. Es en este
periodo en el que los defectos de graduación deben ser detectados y tratados.
Es la época en la que se produce el desarrollo visual y, por tanto, aquello que
no se corrija condicionará una visión deficitaria para toda la vida. Por eso,
si bien no pertenece –como decíamos- a nuestro ciclo, sí recomendamos que en la
futuras aulas “de mayores” se observe si se produce alguna de las siguientes situaciones
que podrían delatar una visión deficitaria:
- Se acerca o aleja demasiado los objetos a la vista.
- Tiene los ojos irritados o llorosos.
- Se queja de frecuentes dolores de cabeza.
- Manifiesta conductas erróneas (tropiezos, cálculo erróneo de distancias…)
- Frunce constantemente el ceño para observar.
- Tiene la atención dispersa (a veces, los niños se distraen al no visualizar pizarra o guiñol).
- Se producen retrasos en el aprendizaje.
En
previsión de todo ello, en nuestra Escuela solemos observar determinados
criterios –os recomendamos, queridos papis, seguir algunos de ellos en casa u
otros entornos cotidianos familiares- que establecemos como objetivos desde los
primeros años (nuestro súper-ciclo) y que, en el fondo, responden a la
potenciación de la memoria visual:
- Que sean capaces de percibir las semejanzas y diferencias visuales del ambiente (aula, patio, comedor…)
- Que lleguen a detectar las diferencias que puedan existir ente láminas (formas, figuras geométricas, etc.) aparentemente iguales.
- Que distingan las cosas que ven de cerca o a cierta distancia y puedan designarlas y describirlas.
- Que después de presenciar un suceso sepan narrarlo y lo hagan tal y como si lo estuvieran viviendo.
- Que se les despierte la curiosidad por observar con detenimiento las cosas que habitualmente ven, y puedan describirlas.
- Que lleguen a relatar la imagen o recuerdo de una estancia familiar de tal forma que su descripción se ajuste a la realidad lo más posible.
- Que distingan el color de los animales y plantas (en el medio o representados) y utilicen con exactitud el vocabulario relativo al color.
- Que discriminen, identifiquen y nombren los matices más corrientes de un mismo color.
- Que, una vez reconocidos los colores más importantes, reconozcan los matices.
- Que conozcan y utilicen palabras que sirvan para describir impresiones ópticas: triángulo, rectángulo, redondo, cuadrado, corto, largo, recto, grande, pequeño…
La
potenciación de la memoria visual ayudará también a sus futuras “seños” de 2º
ciclo a percibir anomalías y prevenirlas. Evidentemente, las revisiones del
oculista serán factor determinante para cuidar de la salud visual de nuestras
pulguillas.
¡Hasta
el próximo post, queridos papis!
Fuente:
Víctor G. Hoz. “Tratado de Educación personalizada” (1997).