Una
de las técnicas que las “seños” utilizamos con nuestras fieras es la mímica
convertida en juego (nuestra mascota inglesa, por cierto, es un conejo llamado
Robby) al ser este un sistema motivador para los niños como medida
familiarizada por ellos, recurso que a nosotras nos ayuda a aportar el
significado de palabras y expresiones que los alumnos no conocen. Otra de las
técnicas a las que recurrimos es la de los pictogramas empleando la representación
como traducción ya que –como sabéis, queridos papis- el soporte visual es
importantísimo, habiendo pasado en la actualidad de ser aprendizaje auditivo a –fundamentalmente-
visual… y más aún en nuestra etapa, en la que casi todo tiene que ser visto,
tocado y hasta casi-casi olido.
¿Otra
técnica que también es básica? La repetición, que constituye la base para la
memorización: el único modo de que nuestros bichillos retengan vocabulario y
expresiones es repitiéndolo de muchos modos diferentes y en muchas ocasiones.
Unida a esta técnica de repetición situamos las canciones (aunque os
prevenimos: no nos hacemos responsables del grado de afinación). Hablando en
serio, las canciones acompañan normalmente al aprendizaje del vocabulario ya
que refuerzan la repetición de palabras que los niños deben recordar y esta
repetición resulta lúdica y motivante puesto que nuestras pulguillas se
divierten mientras memorizan y ello, además de cantar les incita a moverse,
gestualizar, bailar…
Sin
embargo, el cuento (otra de las efectivas técnicas) es un recurso que para
nuestro primer ciclo todavía no estimamos adecuado, si bien es cierto que
cuando nuestros peques se hagan mayores para pasar al segundo ciclo esta
técnica será efectiva: la lectura textual de un cuento clásico combinando a la
vez esta lectura con el gesto, con el apoyo de dibujos explicativos pintados en
la pizarra (clarificando la acción que se desarrolla) o apoyándose en la
expresión corporal y vocal con dramatización… Quizá emplearán las preguntas
básicas de respuesta simple, el seguimiento de instrucciones algo más
complejas, los juegos de adivinanzas…
En
definitiva, la enseñanza del inglés en etapas tempranas es muy importante para
la eficacia en el posterior proceso de aprendizaje. Y es muy importante que
para que el aprendizaje sea efectivo podamos crear en nuestras aulas un
ambiente en el que nuestros bichillos sientan el placer de escuchar y
practicar, evitando el riesgo de que se cansen o se inhiban ya que la intención
final es que los alumnos aprendan una nueva lengua de una forma natural,
utilizando las metodologías que hemos mencionado u otras de la misma forma
efectivas.
¡Hasta
el próximo post, queridos papis!
Fuente:
A. Maldonado: “Pedagogía y Didáctica (Teach Training)”, 2005.