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domingo, 28 de octubre de 2012

Evaluando el lenguaje de los alumnos.


En el post de hoy queremos presentaros las estrategias para la evaluación de algo tan importante para vuestros hijos como el lenguaje. La exploración del lenguaje oral espontáneo, para niños muy pequeños, se lleva a cabo fundamentalmente en una conversación informal o en situaciones de juego. Y no, no vamos a hacerlo tomando como referencia temas como “la evolución de la prima de riesgo y su influencia en los índices interbancarios”. Son conversaciones incitadas por las “seños” a modo de estrategias básicas que son repetidamente utilizadas, especialmente en pruebas estandarizadas:

  •  La evaluación de la discriminación auditiva trata de provocar un movimiento de cabeza (lenguaje gestual) para lo que la profesora produce un ruido fuera del campo visual del niño.
  • La evaluación de la articulación se lleva a cabo mediante la imitación (lenguaje expresivo) para lo que la profesora dice una palabra y el niño la repite, y mediante la denominación, para lo que la profesora muestra una imagen y el niño dice su nombre.
  •  La evaluación de la comprensión se lleva a cabo mediante la muestra (lenguaje comprensivo) donde la profesora presenta dos o más objetos y nombra uno de ellos para que el niño lo señale. Mediante la categorización, la profesora proporciona distintos términos a incluir en categorías o distintas categorías para las que busca términos. Mediante la denominación (lenguaje expresivo) la profesora presenta dos o más objetos y, señalando uno de ellos, pregunta: “¿esto qué es?”.
  • La evaluación de la sintaxis se lleva a cabo mediante la incitación o inducción (lenguaje expresivo) por el cual se presenta al niño una lámina con una escena dinámica y la profesora pregunta: “¿qué está pasando aquí?” Mediante la narración se le pide al niño que cuente un cuento.
  • La evaluación de la pragmática (en el sentido de la relación con el contexto) se lleva a cabo mediante la generación de la necesidad (lenguaje expresivo) por la cual la profesora retira un objeto deseado para provocar, por parte del niño, su petición.

Otro día os hablaremos de las vías clásicas en el análisis utilizado frecuentemente en los primeros estadios del niño (en las edades comprendidas en el ciclo de nuestro centro). De momento adelantaremos que, independientemente de los protocolos y técnicas más o menos estandarizadas, hay un hecho que nunca deja de darse por parte de las “seños” y que concluye en el continuo análisis de seguimiento: la observación directa (lo que quiere decir, en términos llanos, que nuestros alumnos –vuestros hijos- no pierden ojo… pero el ojo experto de la “seño” tampoco pierde una).

¡Hasta el próximo post, queridos papás.

Fuente: “El conocimiento del lenguaje; su naturaleza, origen y uso”. Noam Chomsky, 1989.

sábado, 20 de octubre de 2012

El desarrollo del lenguaje


Es evidente que el trabajo con la expresión oral en las aulas reviste una importancia indudable. El lenguaje es un elemento indispensable para la interacción social, para el desarrollo del pensamiento lógico y el vehículo por el que va a llegar al niño casi toda la información del entorno que le rodea. Por eso es fundamental que en el aula se planteen una serie de actividades, en diferentes situaciones comunicativas, que favorezcan el desarrollo de la imaginación y la creatividad.

Aunque en las fichas de evaluación trimestral que recibiréis se exponen resumidamente una serie de objetivos evaluados, nos parece interesante ampliaros la información de lo que pretendemos de una forma más detallada (algo que forma parte del proyecto curricular). Así, como objetivos generales, en nuestra Escuela –y evidentemente en casi todas- se persiguen los siguientes:
  • Ampliar la competencia comunicativa.
  • Favorecer el desarrollo del lenguaje en los diversos usos y funciones: situaciones informales de juego, diálogo espontáneo con los compañeros, o incluso situaciones con incitación a un lenguaje más expositivo y argumentativo.
  • Fomentar los textos tradicionales o nuevos.
  • Afianzar el vocabulario básico e introducirlo en términos que pertenezcan al de ampliación (más específico a la conversación o contexto provocado).

 En definitiva, se trata de buscar un buen desarrollo verbal del niño, principalmente mediante el juego, con objeto de que le resulte atractivo y le entretenga. Sin embargo, entre otros, los objetivos más específicos que se persiguen (dentro de los generales) buscan ahondar en desarrollos metodológicos que ayudarán al niño a afrontar con mayor disposición las siguientes etapas de su educación (el famoso “cole de mayores”, una vez tenga que dejar nuestro Centro). Por eso nuestras profes trabajan buscando –entre otros- los siguientes aspectos del desarrollo verbal de vuestros hijos:
  • Conseguir una correcta articulación silábica y fluidez articulatoria.
  • Discriminar fonemas vocálicos y consonánticos (de mayor o menor dificultad) y sonidos onomatopéyicos.
  • Fomentar la comunicación e intercambio entre los niños con una correcta interpretación de los mensajes.
  • Fomentar los diversos modos de creación lingüística y literaria.
  • Conocer cuentos, poesías, adivinanzas, etc. (variedad de textos orales) tanto tradicionales como nuevas.
  • Iniciar en la intención representativa de forma simbólica.

La metodología que se utiliza no dista en sus características generales de la que se lleva a cabo en otras escuelas infantiles. Es activa y participativa, en la que el niño es –lógicamente- el principal elemento implicado. Para ello se crea en el aula un clima de estimulación de forma que se potencie la participación del alumno y la interacción con sus compañeros (fomentando diálogos en clase). Evidentemente se proponen materiales, pero especialmente los que puedan haber sido creados por los propios niños. Pero principalmente empleamos los juegos, mediante los que buscamos la implicación al lenguaje consiguiendo un entorno agradable y de gran provecho para nuestros alumnos.

¡Hasta el próximo post, queridos papás!

Fuente: “Ayudar a enseñar”. Daniel Feldman, 1999.

domingo, 14 de octubre de 2012

Sonido y silencio


En la primera infancia, el niño se encuentra enteramente receptivo a los estímulos sonoros del mundo exterior, que gradualmente se irán elaborando e integrando en la conciencia. La receptividad sensorial expresada a través de los diversos medios (movimiento, gestos, lenguaje…) evoluciona de forma muy significativa en los primeros años. Las sensibilidades visual, auditiva y táctil encuentran en el entorno el marco idóneo para su desarrollo. 

Los niños se acercan a los distintos sonidos de su realidad más próxima, los perciben, experimentan con ellos, observan cómo existen características comunes y diferenciales entre los mismos. Desde pequeños van buscando con la mirada el sonido percibido, rechazan los sonidos estridentes o ruidosos, juegan a reproducir lo que han oído, reconocen pequeñas melodías y canciones, clasifican y ordenen sonidos ejercitando con ello la memoria auditiva… Al mismo tiempo, van descubriendo cómo forman parte y pueden ser protagonistas de su propio entorno sonoro puesto que no sólo son receptores, sino también “productores”.

Los elementos de la formación auditiva son tanto el sonido como el silencio. En efecto, este último forma parte de la educación de los sentidos y ocupa un lugar privilegiado en la educación musical del niño, ya que la adquisición de la noción del silencio y su posterior automatismo llegan como una consecuencia normal de las vivencias del sonido. Los estímulos naturales del medio ambiente tales como el sonido de los coches, el silbar del viento, etc., son muy útiles para lograr una actitud de atención, necesaria a cualquier experiencia auditiva. Pero también es importante que los niños sean sensibles al silencio, y es que la “vivencia del silencio” aleja de los ruidos del entorno conduciendo al despertar de la audición interior, al desarrollo de la capacidad de concentración, incluso a la adquisición del sentido del orden.

En las audiciones musicales en clase, se aborda el silencio desde una doble vertiente: llevando a cabo una interrupción más o menos prolongada del sonido, el canto o el instrumento y utilizando ese silencio con algún significado expresivo (el reconocimiento de un paisaje, una acción, una canción o la definición de un instrumento, por ejemplo). Hay muchos, pero enunciamos aquí algunos de los juegos que ponemos en práctica para experimentar con el sonido y el silencio:

  • Bailar al ritmo de diferentes tipos de música y, al parar, convertirse en “estatuas” (completo silencio y ausencia de movilidad –ruidos-).
  • Estar en silencio y hablar cada vez un poco más alto, para ir bajando luego el tono de la voz hasta llegar de nuevo al silencio.
  • Reconocer sonidos producidos por objetos cotidianos (puerta, silla…), por elementos ambientales, por distintas partes del cuerpo…
  • Llenar una cesta con varios juguetes cuyo sonido pueda grabarse (coche, perro, pelota, silbato…). A medida que se oye el sonido de la grabación, el niño buscará y colocará ordenadamente el juguete correspondiente.
  • Diferenciar sonidos débiles de los fuertes.
  • Cantar canciones o recitar poesías donde una frase se diga en voz alta y otra interiormente.

Por todo ello, al emplear la música en la enseñanza se incluye el silencio como parte integrante. Inculcar los elementos previos de atención o posterior reflexión es fundamental para que el niño asuma en su totalidad una comprensión global de los procesos.

¡Hasta el próximo post, queridos papás!

Fuente: Isabel Gallego. “Música y didáctica”, 2002.

miércoles, 10 de octubre de 2012

La importancia de la psicomotricidad


Como muchos sabéis, entre el nacimiento del bebé y hasta los 2 años los peques van “sufriendo” una transformación motriz que debe canalizarse adecuadamente, transformación que se ve influida principalmente por su desarrollo neuromuscular y su desarrollo psicológico. Por medio del primero, adquirirá la capacidad de coordinar una correcta evolución de las posturas (levantar la cabeza, sentarse, empezar a caminar, distintas manipulaciones…) y, por el segundo, evidenciará sus manifestaciones afectivas y cognitivas.

Hoy queremos centrarnos, dentro del desarrollo motor, en la evolución de los grupos de movimiento: los reflejos (innatos, las primeras manifestaciones motrices no conscientes), los voluntarios (controlados, intencionales que requieren coordinación muscular en la búsqueda de un objetivo) y los automáticos (voluntarios sin representación mental por causa de repetición constante).

Las adquisiciones o evoluciones motoras no deben entenderse como logros independientes unos de otros. El desarrollo motor es consecuencia de una acción conjunta en la programación “madurativa” en relación a las circunstancias ambientales y las características del propio bebé. Pero para no convertir esta entrada en una presunta exposición docente, hoy vamos a relataros sucintamente el desarrollo de la “evolución de la marcha”, es decir, lo que comprende las secuencias de la postura para la locomoción en el niño en la etapa que comprende el ciclo que nuestra Escuela atiende: el primero (hasta los 3 años, como bien sabéis). Por supuesto, es una generalización basada en numerosos estudios del desarrollo psicomotriz, pero os pueden servir como guía de referencia para vuestra propia observación:

- Hacia los 3 meses, el niño ya logra mantener la cabeza en posición firme y recta, lo cual resulta fundamental en el propio objetivo de la verticalidad. ¿Sus próximas metas? Sentarse, gatear y caminar. De esta forma, poco a poco van logrando la coordinación dinámica general (pero tranquila, mamá: todavía no se te va a colar en la lavadora).

- A los 6 meses, el bebé ya se mantiene sentado con apoyo, aunque su posición no es del todo estable ya que el tronco y las piernas todavía permanecen pasivos, manteniéndose estas últimas en posición de flexión (vamos, como un pollito de peluche con muelle… pero con pañales).

- A los 7 meses ya se logra sentar durante ciertos momentos sin necesidad de apoyo. Ya no se cae hacia atrás o hacia un lado. A los 8 meses se mantiene parado con apoyo (todo un campeón/a).

- Y a los 9 meses, el niño es capaz se sostenerse de pie por sí mismo con las manos, pudiendo permanecer parado agarrándose a la barandilla de la cuna o el parque (de nuevo, tranquila: mientras no le proveas de una pértiga, no saldrá de ahí).

- A los 10 meses se para y se sienta él solo, aunque sus movimientos son poco coordinados .Todavía le falta independencia y equilibrio para estar de pie y necesita una base de apoyo –mesa, silla, etc. (no, papá, no te hagas ilusiones: la mesa y la silla todavía no son para sacarse un máster).

- A los 11 meses comienzan los primeros pasos, siempre apoyado en su desplazamiento por las dos manos (el verdadero terror por la integridad de los regalos decorativos familiares).

- A los 12 meses ya camina agarrado de una sola mano. A los 15 lo hará sin ayuda. A partir de ahora ya logra seguridad y equilibrio, y sus pasos se vuelven más regulares (lo que no quiere decir que ya se le puedan dar las llaves de casa, no…).

- A los 24 meses, esos pasos ya adquieren rapidez. Pasan de la marcha a la carrera mejorando notablemente la coordinación dinámica general. Ya ha afirmado su equilibrio dinámico (a los padres entusiastas diremos que es algo pronto para pensar que el niño se nos hará un Messi).

- A partir de los 2 años realiza simultáneamente desplazamientos y actividades con las manos. Ya puede correr sin caerse aunque todavía no domine el control de la detención (freno inhibitorio) que irá adquiriendo a partir de ahora (no, la raqueta de tenis todavía es grande para él/ella; quizá la de ping-pong…).

- A los 3 años perfecciona toda su motricidad gruesa. Puede caminar de puntillas, mantenerse en equilibrio sobre un pie, subir escalones alternando los pies –aunque para bajarlos necesita apoyarlos en el mismo escalón- (¿los Juegos Olímpicos? Paciencia, paciencia…).

Aunque algunos ya lo sabéis, en la Escuela convertimos periódicamente una de nuestras aulas en un taller de psicomotricidad. La estimulación del desarrollo motriz troncal es un importante paso previo a la motricidad gráfica, de la que os hablaremos en otro post. Mientras tanto, trabajamos para que los niños potencien su desarrollo en el equilibrio del movimiento (que es base fundamental para sus habilidades perceptivas).

¡Hasta el siguiente post, queridos papás!

(Fuente: RIGAL / KOUPERNIK. Desarrollo motor del niño de 0 a 6 años).

martes, 9 de octubre de 2012

¡Pues aquí estamos!
Ahora tenemos un nuevo blog, donde trataremos que proveeros de información y experiencias que ayuden a enriquecerenos a todos: a nuestras seños, a nuestros papás, a nuestros amigos y, sobre todo... ¡a nuestros peques!
Ojalá que podamos establecer un canal de gran provecho. ¿Os animáis a seguirnos y ayudarnos con vuestros comentarios?
¡Gracias por estar ahí!