En
el post anterior introducíamos el aspecto de la creatividad a modo de
generalización sobre la importancia de la sensibilización y la disposición
motivada a actuar en busca de la configuración de las ideas, del tanteo
experimental, la consecución de su propia deducción y su relación con el
tratamiento de los errores. Pero, ¿de qué fases y cómo se estructura el proceso
de la creatividad en los niños?
La
primera fase es la de sensibilización. Esta fase tiene
como finalidad movilizar el ámbito primario de los niños: la imaginación y la
actividad. Les damos toda clase de medios artísticos como base para inducir
inicialmente su creatividad. Fomentamos que afronten tanto individualmente como
en grupo la solución de problemas con objeto de incentivar su capacidad de
identificarlos y resolverlos.
La
fase de sensibilización constituye el fomento de la espontaneidad de los niños,
pero puede caracterizarse también como un periodo que pretende estimular los
sentidos orientándolos a un dominio más logrado de la realidad a través del
juego artístico o estético. Esa apertura a situaciones no tan comunes “fuerza”
a los niños a probar nuevos ensayos, a examinarlos y a convertir lo extraño en
familiar por medio de la comprobación. En esta fase no hay acciones concretas
por parte de la seño: los niños se ven forzados a comprometer su espontaneidad
y su imaginación.
La
segunda fase constituye la reflexión en grupo. Consiste en
pensar sobre una situación intentando extraer conclusiones. Si en la primera
fase se buscó la activación del ámbito primario de los niños (la imaginación y
la actividad), en esta segunda fase se busca la reflexión por medio de la cual
los niños aprenden a utilizar las capacidades recién descubiertas y a formar
sus “juicios” acerca de los nuevos descubrimientos.
Durante
el proceso reflexivo de esta fase se invita a los peques a que individualmente
describan sus materiales. Después de invita a una descripción en grupo de los
trabajos que se han descrito de manera individual. Así, en esa reflexión
colectiva se “forzarán” diferentes percepciones o, dicho de otra forma, los
contenidos subjetivos se objetivan y se hacen disponibles para todo el grupo. Es
una forma de ampliar conclusiones que de manera individual no habían surgido.
Y
finalmente, la tercera fase supone la activación de la creatividad. Tiene
como objeto estimular en el niño la capacidad de síntesis y el descubrimiento
de nuevas situaciones reales así como la imitación, transformación y
remodelación de experiencias a través de las capacidades que se han ido
despertando y elaborando en las dos fases anteriores: sensibilidad y reflexión.
En
esta fase se pretende aunar el ámbito primario y secundario del niño. Aquí ya
es posible la interpretación de trabajos de pintura, de construcción o de juego
hasta entonces utilizadas. El descubrimiento de soluciones a problemas reales
se establece como una tarea muy importante donde el juego y la construcción
creativa representan una lograda síntesis de procesos, tanto en el ámbito
psíquico como en el social, el corporal y el objetivo-formal.
Una
vez se han completado los tres niveles, los ejercicios propuestos deben ser más
completos debido a que a la improvisación e imaginación se une la información.
La seño se convierte en un apoyo importante en la propuesta de actividades de
enriquecimiento. La realización de estas actividades, unidas a la reflexión
grupal sobre ellas, dará como resultado
soluciones objetivas y originales.
¡Hasta
el próximo post, queridos papis!
Fuente:
Guilford, J.P. “La creatividad” (1980), P. Gomes Olazábal. “Imaginación y creatividad” (2005).