¿Se
debe esperar hasta los 6 años para enseñar a leer y escribir a nuestros
alumnos? En la mayoría de las escuelas tratamos de que los niños empiecen a
reconocer las letras e intenten enlazarlas formando las primeras palabras. Eso
no significa que en el primer ciclo de Educación Infantil tengan nuestras fieras
que poner en práctica el aprendizaje total y comprensivo de la expresión
lectora y escrita. Ni siquiera en la segunda etapa (aunque esa fase corresponde
a otros centros y no al nuestro) se propone como objetivo último adquirir la
habilidad de leer y escribir perfectamente. En realidad, la Educación Infantil pretende
constituirse como primera toma de contacto como aspectos didácticos referidos a
la lectura y escritura, pudiendo ser considerados como experiencias de
pre-lectura y pre-escritura. Tengamos en cuenta que en el pasado se consideraba
la etapa de educación infantil exenta de contenidos en aprendizaje,
constituyéndose como un periodo de juegos sin valor educativo. Afortunadamente,
con el paso de los años fue cambiando esta consideración y hoy por hoy se valora
la Educación Infantil como base de futuros aprendizajes académicos.
En
“Mis Amigos” seguimos la corriente constructivista auspiciada por la
motivación. Sin ánimo de liaros mucho, simplificaremos diciendo que la teoría
constructivista (a diferencia de la biologista) remarca que la madurez del
aprendizaje no solo responde a factores internos, sino que serán las
experiencias que proporcione el entorno las que marcan inicio y desarrollo en
la adquisición del conocimiento por parte del niño. De esta forma, el niño “construye” su
aprendizaje a partir de sus propios conocimientos previos pues se trabaja con alusiones
reales que forman parte de su propio entorno. ¿No os habéis preguntado nunca
por qué están las letras “presentes” en el aula? Con estas se llevan a cabo asociaciones
y combinaciones que, por ejemplo, les permitan aprender la configuración
gráfica de su nombre.
Se
trata de llevar a cabo una enseñanza y aprendizaje “personal” en relación a las
características y necesidades de los bichillos, y esa es una de las razones por
las cuales no nos basamos únicamente en los criterios de tal o cual editorial (descartando
así una especie de “mecanización didáctica”). No, no es que en “Mis Amigos” nos
desmarquemos de una estructura programativa sino que acuñamos fases flexibles que promueven lo que
llamamos la “motivación b2b”: la creación de una disposición seño-alumno hacia
el aprendizaje instaurando situaciones que creen entusiasmo, que verdaderamente
despierten el interés de nuestras fieras hacia la lectoescritura con
experiencias que les atraigan y actividades que les llamen la atención (como
decíamos, comenzamos con el nombre del niño pasando a otras combinaciones
apoyadas de imágenes o fichas –perro, árbol, etc.)
En
resumen, durante años se consideró la edad de 6 años como punto de partida para
iniciar la lectoescritura coincidiendo con el inicio de escolarización. Sin
embargo, ya hace mucho tiempo que la Educación Infantil es considerada la etapa
necesaria que debe introducir al niño en sus primeras producciones orales y
escritas. Y eso sí, mediante la puesta en práctica de experiencias que deben
resultar motivadoras e interesantes para que nuestras pulguillas desarrollen
adecuadamente y con mayor facilidad dichos aprendizajes.
¡Hasta
el próximo post, queridos papis!
Fuente:
V. Silvestre. “Lectoescritura en Educación Infantil” (2007)