Los
celos son una emoción determinada por sentimientos de envidia y recelo hacia
otra persona, que surgen como consecuencia del afán de poseer algo de forma
exclusiva. Se trata de un comportamiento afectivo defectuoso que el niño
expresa ante el temor a lo que él pueda entender como "ser desatendido" o "perder el cariño de sus padres" (sobre
todo de la madre como principal figura de apoyo). Con frecuencia, los celos
aparecen en los niños tras el nacimiento de un hermano y suelen manifestarse a partir
del año y medio hasta los siete años, siendo más frecuentes en niños que en
niñas y más acusado cuando ambos hijos son del mismo sexo.
Seguro
que a estas alturas, queridos papis, sabéis que hasta cierto punto los celos
constituyen una respuesta normal. Una respuesta que se acentúa más en unos bichillos
que en otros, pues algunos rasgos de la personalidad del peque –como la
inseguridad- son más favorables a la aparición de los celos. Lo más importante
es aprender a distinguir los celos normales de los patológicos pues, si persisten
en el tiempo, conviene pedir ayuda especializada.
Nuestras
pulguillas nos dan “pistas” enseguida manifestando los celos a través de
cambios de su conducta: se vuelven desobedientes, rebeldes, pueden llegar a
pegar o a morder a su hermano o compañero de clase… Otros se sienten tristes,
débiles, ocasionalmente se niegan a comer, a jugar, se vuelven “llorones” y demasiado
dependientes de la madre… Puede producirse, asimismo, algún retroceso en su
desarrollo: mojan la cama, se chupan el dedo, utilizan un lenguaje más infantil…
Por
eso es importantísimo determinar el origen de los celos, de igual manera que
necesario es crear un ambiente familiar y escolar de aceptación y respeto. Para
ello, es bueno que lleguemos a acordar pautas comunes por parte de todos los
adultos (papis y amigos de papis, familia y seños) que rodeamos al niño y con
ese objetivo los expertos nos aconsejan:
- Alabar los éxitos
- Reconocer el sentimiento de los celos como algo natural
- Aceptar las conductas de retroceso en su desarrollo
- Ofrecerle la oportunidad de expresar su malestar
- Potenciar el contacto con los demás niños de su edad
- Preparar al niño ante la llegada de un nuevo hermanito
- No hacer comparaciones entre los niños
- Establecer reglas, independientemente de la edad
- Asignar responsabilidades a cada uno de ellos
- Reforzar la cooperación entre ellos
- Evitar descalificaciones entre ellos
Y
ante la llegada de un nuevo hermano:
- Resaltar la importancia de tener hermanos y lo positivo que conlleva
- Evitar las frases que recriminen sus acciones (“no lo toques”, “aléjate, que no me fío de ti”…)
- Elogiar todo acercamiento del niño al bebé
- Involucrar al niño en las tareas del cuidado del bebé
- Valorar al niño delante de familiares y visitas
- Evitar comparaciones entre los dos y resaltar lo bueno de cada uno
- Dedicar tiempo en exclusiva para el niño en el que compartáis aficiones, diversiones e intereses.
Recordad,
por tanto, que los celos son una expresión de sentimientos. No se trata de
rabietas ni de formas condicionantes (por parte de nuestras fieras) de “imposición”
de su realidad. Es una reivindicación que debemos tratar con la obligada sutileza
y el mayor de los cariños hacia nuestras pulguillas, en aras de reconducir un
sentimiento de rechazo e infravaloración en el menor tiempo posible.
¡Hasta
el próximo post, queridos papis!
Fuente:
Franco Royo, T. “Vida afectiva y educación infantil” (1998)